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  • A saber la fuerza de trabajo

    2018-11-13

    A saber, la fuerza de trabajo redundante busca refugio en: i) migrando SLx-2119 EEUU;ii) incorporándose a las filas de la informalidad o, refugiándose en la agricultura de autosubsistencia; iii) incorporándose a actividades ilícitas: narcotráfico y otras (Valenzuela, 2013).
    Pobreza y desigualdad en Chiapas Chiapas nos sitúa en el peor de los mundos posibles. Su pib per cápita ha descendido de 1980 a la fecha dramáticamente y la distribución del ingreso es la de mayor desigualdad en el país, tal y como puede verse en la gráfica 5. Por lo anterior, podemos sostener que en Chiapas existe una crisis de carácter estructural, pues no es capaz ni siquiera de garantizar el crecimiento económico, menos de generar riqueza que debería ser la condición sine qua non del capitalismo; además, si consideramos que el grado de legitimidad del capitalismo se lo da la capacidad que tienen su élites para reinvertir el excedente económico que se apropian y así desarrollar las fuerzas productivas (Palma, 2011), con las respectivas políticas redistributivas del ingreso para generar demanda efectiva. Es por ello, que en Chiapas, la curva de la demanda doméstica no es lineal, debido a lo pronunciado de las desigualdades del ingreso (la mayor parte de la población es pobre), las clases bajas no pueden acceder a los bienes duraderos de importancia (Salama, 2008; 25). La pobreza va de la mano con la marginación, tanto a nivel de localidad como municipal es claro que a mayor marginación mayor pobreza y viceversa. La gráfica 7 muestra la relación que existe entre los niveles de marginación reportados por el Consejo Nacional de Población y el porcentaje de población que padece pobreza alimentaria a nivel municipal, para el estado de Chiapas al año 2010. En el caso de Chiapas, de acuerdo a CONEVAL, en 2012, 3 de cada 4 personas se encuentran en situación pobreza y 1 de cada 2 en pobreza alimentaria. Es decir, sólo las personas que gozan de un nivel de ingresos que escapa de la pobreza, 1 de cada 4, pueden constituirse en demanda efectiva y puede adquirir bienes de “lujo” en el sentido ricardiano (Salama, 2008). Por su parte, los niveles de pobreza alimentaria reportados para Chiapas resultan ser muy superiores a LTR la media nacional para las tres mediciones presentadas por CONEVAL. Puede observarse claramente que los niveles de pobreza alimentaria y de capacidades de Chiapas están por arriba del doble del promedio nacional y lo que parece aún más grave es que la brecha no parece estar cerrándose pese a que Chiapas es el principal destinatario a nivel nacional de los programas sociales. gráfica 8 Se puede ver que en Chiapas hay más pobres en 2010 que en 1990 en las tres modalidades (alimentaria, capacidades y patrimonio), no es el caso del promedio nacional que disminuye ligeramente. En relación al índice de Gini, también se da el caso que Chiapas es la entidad que exhibe el Gini más desigual del país es dónde menos disminuye (véase gráfica 5). cuadro 3 En la SLx-2119 gráfica 9, se observa como la pobreza y la desigualdad de prácticamente todos los municipios de Chiapas se incrementó. El porcentaje máximo de población en pobreza alimentaria alcanzó 81% a nivel municipal en 1990. Este porcentaje se incrementó a 86% para el año 2010, lo que implicó que no sólo un mayor número de municipios padecieron los estragos de la pobreza, sino que la misma se presentará con mayor intensidad en una mayor proporción de municipios. El ezln se levantó en armas para mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas, pero hoy hay más pobreza que en 1990, antes del levantamiento zapatista, pese a la transferencia masiva de recursos federales la pobreza en el estado parece estar democratizándose. En la gráfica 10 puede verse que la distribución de la pobreza por municipio, en 1990, mostraba una forma “normal” lo que implica que existían pocos municipios con altos y bajos niveles de pobreza, la mayoría se concentran en el centro de la distribución. Para el año 2010, la distribución de la pobreza municipal parece seguir una distribución uniforme, donde todos los municipios presentan los mismo (altos) niveles de pobreza, una clara señal del fracaso de los programas sociales de corte asistencialista.