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    2018-10-22

    En el caso de los y las jóvenes estadounidenses precarios/as que han salido protease inhibitors la calle a manifestarse contra las medidas genocidas de la economía neoliberal, conocidos como el movimiento social, no violento, Ocuppy Wall Street (que se inició el 17 de septiembre de 2011 con el simbólico llamamiento a “Tomar [Ocupa] Wall Street”, lo que derivó en una acampada en un parque de Nueva York, acción que se replicó en numerosas ciudades del país y que, en sucesivas manifestaciones, acabó con miles de detenidos), han tenido que sufrir las consecuencias de ser criminalizados y considerados por el fbi como amenaza terrorista, como lo muestra la Asociación para la Justicia Civil (Partnership for Civil Justice Fund, pcjf) a través de un documento que puede consultarse en línea. Sin embargo, estos fenómenos de lo que en realidad dan noticia es de la distorsionada gestión por parte de los gobiernos y las instituciones para subsanar problemáticas como la pobreza, las cuales, en el panorama actual, se ven reforzadas por la falta de empleo, el desmatelamiento de los presupuestos destinados a la educación pública y la pérdida de horizontes de sentido y posibilidad para desarrollar proyectos de vida no pauperizados. Se desdibuja incluso el concepto del futuro, tan prometido en la lógica del progreso capitalista. Dicha noción de futuro resulta insostenible ante el panorama de precarización extendida que no respeta ya límites geopolíticos y se desborda, emparentando en el malestar a distintas poblaciones en distintos confines. Es evidente que la tercermundización del primer mundo ya no es cuestión de mera geopolítica, sino de una homologación distópica, donde las consecuencias deshumanizantes protease inhibitors y de explotación, represión y vigilancia son un espacio compartido por todos. Lo anterior rompe con “[...] la ilusión solipsista de vivir en una historia de factura exclusivamente propia” (Davis 2008: 16), tan defendida por la poblaciones de los nortes que ahora devienen pobres, es decir, periféricos. Ahora bien, bajo el panorama anterior y partiendo del malestar que nos hermana, proponemos el uso de tres disfemismos: $udacas, €uracas, norteca$, para referirnos a las colectividades jóvenes, de los contextos ya mencionados. Para ello haremos una breve genealogía de los tres términos, sus significados coloquiales y sus posibilidades de resignificación y representación de multitudes messtizas. La reapropiación de nomenclaturas peyorativas tiene la intención de rescatar la dimensión performativa de la que la nos habla la teoría queer, especialmente Judith Butler (2004 y 2006), desde el contexto estadounidense, y Beatriz Preciado (2009), desde el contexto del Estado español, donde el insulto puede ser resignificado/reapropiado y crear una categoría de agenciamiento social localizado y compartido que pase por la conciencia del devenir minoritario, la creación de estrategias y discurso situado, y la invitación de un diálogo transnacional que siente sus bases en lo g-local y tome como parte medular de dicho diálogo la perspectiva (trans)feminista, la memoria histórica y el giro decolonial.
    $udacas
    €uracas
    Norteca$
    Proponemos el vocablo norteca$ para enunciar a gastroesophageal sphincter los sujetos minoritarios que conforman las periferias tercermundistas (contemporáneas) de los Estados Unidos. Lo hacemos así siguiendo los argumentos planteados, en los años 80, por las reflexiones de las feministas de colores (chicanas, negras, asiático-americanas, et al.) sobre la existencia de un tercer mundo estadounidense encarnado por ellas y por todxs aquellxs que por razón de clase social, raza/etnia, disidencia sexual, diversidad funcional o de condición migratoria (ilegal) fueran minorizados dentro del sistema hegemónico de la blanquitud y del poder, tanto epistemológico como económico, representado por los Estados Unidos. Es cierto que el panorama ha cambiado a partir del advenimiento de la globalización del que tanto nos advertía el discurso de las feministas ya enunciadas (Moraga y Castillo 1988). Sin embargo, la globalización, entendida como proyecto de (re)colonización y precarización económica, es una especie de regreso de la Historia (colonialista y expoliadora), que podemos observar a través de la crisis económica mundial que tiene como epicentro los centros neurálgicos del poder: (anglo)América y Europa. Este retorno de la historia reactiva la actualidad de los argumentos propuestos tanto por los movimientos sociales de los años 60 como los propuestos por el feminismo de colores de los 80, así como la necesidad de volver a la Historia y hacer de esta una lectura a contrapelo, donde el giro decolonial, junto a las metodologías (trans)feministas, sean nuestras directrices para identificar los puntos de convergencia de la historia que se repiten y nos precarizan de manera generalizada.