Archives

  • 2018-07
  • 2018-10
  • 2018-11
  • 2019-04
  • 2019-05
  • 2019-06
  • 2019-07
  • 2019-08
  • 2019-09
  • 2019-10
  • 2019-11
  • 2019-12
  • 2020-01
  • 2020-02
  • 2020-03
  • 2020-04
  • 2020-05
  • 2020-06
  • 2020-07
  • 2020-08
  • 2020-09
  • 2020-10
  • 2020-11
  • 2020-12
  • 2021-01
  • 2021-02
  • 2021-03
  • 2021-04
  • 2021-05
  • 2021-06
  • 2021-07
  • 2021-08
  • 2021-09
  • 2021-10
  • 2021-11
  • 2021-12
  • 2022-01
  • 2022-02
  • 2022-03
  • 2022-04
  • 2022-05
  • 2022-06
  • 2022-07
  • 2022-08
  • 2022-09
  • 2022-10
  • 2022-11
  • 2022-12
  • 2023-01
  • 2023-02
  • 2023-03
  • 2023-04
  • 2023-05
  • 2023-06
  • 2023-07
  • 2023-08
  • 2023-09
  • 2023-10
  • 2023-11
  • 2023-12
  • 2024-01
  • 2024-02
  • 2024-03
  • Sin embargo no se puede hablar de

    2019-05-14

    Sin embargo, no se puede hablar de etapas delimitadas con absoluta precisión; la revista Simpleton, en 1998, en un artículo que aparece sin firma, apunta que en la década de los veinte no se ignoraba si ganaría la batalla de la prosa americana el adornado estilo de Fitzgerald o la musculosa dicción de Hemingway. Lo cierto es que, si bien la escritura de Hemingway se impondría, en el escenario de la posguerra coinciden diversas tendencias, los esteticistas con los escritores más rudos y desilusionados (Simpleton). Hacia el final de un escrito autobiográfico, From an old house, Hergesheimer menciona un futuro viaje nf-κb inhibitor México, al cual se refere como un país con el cual había soñado, pero que nunca había visto. Centrando la narración en su residencia campestre, llamada “Dower House”, describe con delectación reveladora de sensibilidad plástica, detalles arquitectónicos, estilos de muebles, texturas de alfombras, especies de árboles y fores. Detalla asimismo los cambios que la naturaleza imprime al ámbito inmediato de la casa, a lo largo de las cuatro estaciones. Pero por lo que hace a su vida y trabajo, no es muy explícito. Solo le interesa, en ciertos momentos, especular sobre las mejores condiciones para llevar a cabo su tarea de escritor. Así pues, no esclarece las circunstancias ni las razones del viaje al país vecino. En un pasaje afirma que cuando regresara de la ciudad de México el invierno y la nieve se habrían ido, y entonces empezaría un nuevo libro. Poco más adelante explica que si iba a ese país sería porque ya habría terminado su libro en proceso, el de su residencia. Y en la última página afirma que aunque no le gustaba viajar, México lo atraía (Hergesheimer 1925: 211). No obstante su confeso sedentarismo, ya había publicado, en 1920, una entusiasta crónica de su viaje a Cuba, San Cristobal de la Habana, libro que ha sido reeditado en 2009 y comentado favorablemente por la crítica cubana (Rojas). De acuerdo con Drewey W. Gunn, Joseph Hergesheimer llega a México en febrero de 1925, creyendo que era invitado del gobierno, hasta que le aclararon su error. Estaba entonces en la cúspide de su fama y buscaba material para una novela. Tras algunas tentativas escribió un guión cinematográfico situado en las minas de plata de Pachuca, en tiempos de Victoriano Huerta, sin embargo, por desacuerdos con el Departamento Mexicano de Asuntos Exteriores, cuando llevó a apical meristem cabo el rodaje, ese mismo año, la trama se ubicó en California (Gunn: 110). La película, Flower of Night, dirigida por Paul Bern y protagonizada por Pola Negri, está perdida. La anécdota viene al cuento porque algo similar ocurrió posteriormente con su novela petrolera. El mejor resultado del viaje de Hergesheimer fue que allí le surgió la idea de Tampico, que vio la luz un año después. El novelista colaboró también en la escritura del guión cinematográfico para filmar la obra, que en 1933 dirigió Irving Cummings. La película, “de acción”, llamada La mujer que robé —Te woman I stole —, si bien conserva los nombres de los personajes, sitúa la trama en los campos petroleros árabes (International Movie Database). Parece ser un film bastante mediocre. Julia Hernández, en su recuento de narradores de la Revolución, incluye esta novela, que conoció en la edición de 1932. Le parece queLa tierra del petróleo y de la muerte muestra un “estilo nada original”, a excepción de las descripciones de Tampico y de las imágenes petroleras. Para ella el interés de esta narración es conocer la opinión extranjera sobre el país (Hernández: 207-298). El cronista tampiqueño Carlos González Salas cita en 1984 la opinión de otro cronista, Antonio Martínez Leal, quien en 1977 había escrito un artículo periodístico sobre la novela de Hergesheimer. Comparten ambos el resquemor respecto a la imagen de “desenfreno general” en Tampico que el norteamericano presenta en su novela. Piensan que Hergesheimer no había tenido oportunidad de juntarse con “lo más granado de la sociedad tampiqueña” (González Salas: 445).