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    2019-05-21

    A lo largo de todo el siglo abundan las obras literarias incitadas por la búsqueda y promoción de la originalidad del continente; en el terreno lírico, la del argentino Juan María Gutiérrez (1809-1878) se erige como una de las más genuinas expresiones de esta tradición americanista. No por mero azar —tal como ha señalado Pedro Henríquez Ureña (273)— este vasto florilegio inicia su largo periplo con la “Alocución Madecassic acid Supplier la Poesía” (Londres, 1823) de Andrés Bello, considerada el acta de nacimiento del americanismo literario. La … se publica por entregas en Valparaíso entre los años 1846-1847 y cuenta entre sus méritos ser el primer compendio de poesía hispanoamericana. De la reunión de estos fascículos resulta un tomo grueso (823 pp.) en 4 mayor, encuadernado a la holandesa, de factura lujosa y cuidados todos sus aspectos de publicación —a cargo del editor Santos Tornero (cuyas siglas aparecen en la portada)—. La colección es introducida por unas palabras de “Los editores”, sin firmas, aunque existen pruebas suficientes para afirmar que pertenecen a Juan María Gutiérrez, nombre que, en un exceso de cuidados, no aparece ni aquí ni en la portada ni en ningún otro espacio destinado a los créditos. Este exordio reproduce, por otra parte, el “Prospecto” que antecedió al lanzamiento de la obra, mismo donde se explican sus características y se invita al público a suscribir a la empresa. Con salvedad, como quedó dicho, del poema de Bello que abre la colección, los demás son dispuestos a dos columnas bajo el nombre de su autor o autora, colocados estos a su vez por orden alfabético (contrapuesto al acomodo por naciones que elegirán otras antologías). La semblanza de cada vate está formada con las noticias biográficas que llegan al compilador, quien incorpora algunos juicios críticos propios junto a los que halla desperdigados en libros y revistas periódicas misceláneas. Con el claro designio de trazar una nueva cartografía poética de un territorio hondamente conmovido por las revoluciones políticas, reúne en sus páginas a más de cincuenta poetas de once países. Gertrudis Gómez de Avellaneda, Andrés Bello, Esteban Echeverría, Francisco Acuña de Figueroa, Rafael García Goyena, José María Heredia, Bartolomé Hidalgo, Juan Crisóstomo Lafinur, José Fernández Madrid, José Mármol, José Joaquín de Olmedo, los hermanos Florencio y Juan Cruz Varela, son algunos de los nombres que integran el índice. Dentro de este programa destaca el lugar privilegiado que ocupa México, en tanto es la nación que cuenta con mayor número de escritores (once) después de Argentina con quince. Entre los mexicanos, la nómina no desmerece: Alejandro Arango, Fernando Calderón, Manuel Carpio, José Bernardo Couto, José María Lafragua, Joaquín M. de Castillo y Lanzas, Manuel Navarrete, José Joaquín Pesado, Guillermo Prieto, Andrés Quintana Roo y Francisco M. Sánchez de Tagle. Una suposición válida es que tal prioridad conlleva la estricta transferencia de la situación cultural mexicana y que este país se presenta a Nuclear lamina los ojos del antologador como un pro-lífero manantial poético. Pero aun si pudiéramos comprobar a través de un conteo de publicaciones o de un relevo de concursos que en ese punto geográfico la producción literaria fue prolífica, difícil sería omitir el empeño del propio Gutiérrez: la amplia participación mexicana se declara expresión de una voluntad integradora, del resuelto propósito de “demostrar y producir unidad” (Campra: 40). De los múltiples aspectos ofrecidos al análisis por esta colección, nos interesa aquí indagar la génesis del proyecto, atendiendo de modo más puntual los mecanismos a partir de los cuales se obtiene el material de base. Pero ¿por qué detenerse en la coyuntura mexicana? Porque el escenario es diferente y más problemático al que se presenta en los demás bloques nacionales. Del ámbito rioplatense, por mencionar un ejemplo antagónico, Gutiérrez consigue el grueso de los poemas de primera mano, incluso apelando al envío ex profeso de composiciones por parte de los propios autores. Por el contrario, ningún vínculo de esta naturaleza se registra en territorio mexicano. Con las obras provenientes del norte, el encuentro se complejiza y se da de modo indirecto, principalmente a partir de publicaciones periódicas.